Aquella mañana Alicia se había despertado como todas las
mañanas, y casi por la misma causa; el socorrido claxon. Cada mañana era algo
diferente, ésta, en concreto, parecía declarar el frío de las palomas cuando
comienza el día, y el sueño deja de ser tan profundo. Mira a su alrededor y
comprueba que él se ha marchado. Una vez más. Él siempre se va de todas
las formas posibles; luego desaparece. Y eso le recuerda que las palomas con
frío, al menos se sienten libres.
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